Hay días y días. Días en los que nos levantamos tristes y no valemos, o al menos así nos sentimos, días en los que el sol no brilla ni la mitad de lo que lo hacemos nosotros y días en los que sin más existimos.

Hoy es uno de esos días en los que sin más existo. Me levanto de madrugada, somnolienta y sin apenas fuerzas. Busco un aliento que me las devuelva y no encuentro más que una vocecilla que me obliga a cumplir con lo que debo. Me tomo el café y respiro, añoro, sueño y lloro. Después cojo el coche y como cada día voy al trabajo. Dejo las cosas en cualquiera lado y empiezan mis horas "productivas". Escribo productivas entre comillas porque en absoluto pienso que lo sean. Para mi son horas muertas, sin sentido. Horas que paso delante de ordenador llevando a cabo funciones que nunca deseé cumplir. Pero aun así sigo allí, cumpliendo con mi deber. Haciendo lo que el mundo quiere que haga, y viviendo como el mundo quiere que viva.

Y es que la gente no respeta las diferencias. Hablan de avance, de evolución. Pero yo no les creo. Se pasean por las calles con la misma ropa, las mismas miradas, los mismos pensamientos. "Yo soy diferente" dicen, "Así que esta noche me iré con mis amigos a la discoteca y beberé hasta sentirme mejor" continúan. Yo simplemente me rio. Yo simplemente sonrío y busco. Busco esa diferencia. Ese yo qué sé que no encuentro. Ese café de madrugada mientras sale sol majestuoso dando los buenos días. Aunque quizás sea yo, que pido demasiado.

Pero bueno, como cada día, y como estaba contando, salgo del trabajo. Cansada, agotada y con las fuerzas necesarias para llegar a casa. Donde sé que me esperan. Donde sé que hago falta. O eso quiero creer. Porque si no a veces ni siquiera volvería. Dejo mis cosas en cualquier rincón de la habitación y me tiro en la cama. 

Y aquí estoy, un día más, esperando la diferencia, la desigualdad. Eso que no tengo y busco. Eso que añoro y no encuentro. Pero no pasa nada, mañana volveré a despertar y entonces será otro día. Quizás triste, quizás feliz, quizás indiferente. Pero yo buscaré, buscaré hasta el día en que mi corazón decida dejar de latir. Porque si algo sé es que todo tiene solución, excepto la muerte.




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