¿Por qué nunca viniste a por mi?

- Pareces inquieto – le dije.
El movía de manera continua su pie, a la misma velocidad que lo hacía mi corazón al volver a verle.
- Te eché de menos, ¿Por qué nunca viniste a por mi? – repliqué.
Pero no contestó. En su lugar se acercó a mi cual león acercándose a su presa y sin más aviso que su mirada posó sus labios sobre los mios haciendo así que olvidara cada lágrima y cada resquicio de rencor que aún podía haber en mi corazón.
Aquello se convirtió en un duelo entre el pasado y el futuro, más no cabe decir que fue el futuro quien ganó. Su mirada traía consigo la curación de una herida abierta que no había conseguido cicatrizar, su sonrisa el alivio de una vida vacía de soledad y sus manos la protección del cuidador que jamás logré recuperar.
- Siempre hiciste conmigo lo que quisiste – dije enfurecida, aunque deseando que lo volvería a hacer cada día.
- Bésame.
Y así lo hice. No podía resistirme, no podía negarme a aquel demonio caído del mismo infierno que hacía de mi vida una aventura continua. Porque así era él. Continuas bajadas y subidas. Sonrisas, llantos, enfados y alegrías. Pero dulce y tentador, tentador como el chocolate o las noches de lluvia en invierno.

5 comentarios:

  1. Puff, es precioso, pero una relación así es muy mala, las cosas tienen que ser equitativas, ella debería resistirse un poco más.
    Me gustó mucho ^^

    ResponderEliminar
  2. A veces las subidas y bajadas (las personas montañarusa) son las que más nos atrapan porque algo dentro de nosotros busca la aventura, el no saber dónde pisar.

    Me gusta mucho el texto y también tu nuevo diseño, Patricia. Espero que tengas un feliz año :)

    ResponderEliminar
  3. Decir que es un texto precioso sería quedarme corta. La parte de "aquello se convirtió en un duelo entre el pasado y el futuro, más no cabe decir que fue el futuro quien ganó" me ha dejado casi sin aliento.

    Feliz año Patricia :)

    ResponderEliminar